Ahimsâ
Ahimsâ: Es el primero y fundamental de los cinco Yamas, todos los cuales estÔn en relación con él.
AhimsĆ¢ significa no violencia, no daƱo, no injuria, inofensividad. De a quees una partĆcula privativa (no) y de himsĆ¢ (daƱo), de la raĆz han (golpear,herir, matar, destruir, hacer violencia).
No-violencia, benevolencia, amabilidad, consideración, compasión hacia todos los seres vivos, por uno mismo y por los demÔs, en especial los indefensos, los inocentes, los que estÔn en apuros o en una situación peor que la nuestra; no matar, hacer el menor daño posible y el mayor bien posible. Paciencia y perdón.
No inflingir dolor en otros, por medio de la acción, las palabras o el pensamiento.
Ser consciente de cómo nos tratamos a nosotros mismos, a los otros y al entorno. Se refiere a no ejercer violencia sobre los demĆ”s, sobre lo que nos rodea, y sobre nosotros mismos. Entendiendo como violencia no sólo a la violencia fĆsica, sino tambiĆ©n a la violencia verbal, psicológica, emocional. Hay que relacionarse con todo y en todos los sentidos con extremo cuidado. La consideración hacia todos los seres vivos incluye tambiĆ©n a los animales, a las plantas, al medio en el que y del que vivimos. Nos daƱamos a nosotros mismos cuando tratamos sin respeto a las demĆ”s personas y al medio ambiente.
Hay que aclarar que la violencia, que se busca tener bajo control, puede ser de cualquier de intensidad y a nivel de pensamiento, palabra y/o acción. En una situación de violencia podemos ser partĆcipes directos o simplemente avalarla o justificarla.
Una manera de ejercer este principio es el respeto. En principio al propio cuerpo, el respeto a las limitaciones, no generar dolor evitable, para nosotros y para el prójimo; y el compromiso con la tarea de comprensión de los desbalances del cuerpo y su reequilibrio a través de la acción correcta.
Ahimsa requiere introspección para reemplazar los pensamientos y acciones negativas y destructivas por otras positivas y constructivas, la no violencia es un estado mental; es esencialmente una actitud interior, no sólo algo externo. La no-violencia es por lo tanto, en su mĆ”xima expresión, lo contrario del egoĆsmo, es el altruismo, el amor absoluto y en definitiva es recta acción.
La intolerancia, la descortesĆa, el agravio verbal, un pensamiento de odio son formas de violencia. TambiĆ©n el abuso es violencia, por civilizado que sea. Y la falta de respeto, y la exclusión, el rechazo o el menosprecio de los dĆ©biles o diferentes, el imponer nuestros deseos, nuestras ideas y nuestra manera de ser y el mirar para otro lado ante la violencia ejercida a otros. Todas estas formas de violencia implican una gran energĆa que debemos canalizar en sentido contrario y poner al servicio de un camino espiritual.
La bondad es equivalente a la virtud cristiana de la caridad. Desarrolla la benevolencia, el respeto y la fraternidad, cualidad positiva de la no violencia. Implica una observación atenta, preocupada por el confort, la salud y el bienestar del otro. Se expresa de modo discreto, en forma de pensamientos, palabras y acciones. La bondad es citada en primer lugar porque condiciona todas las otras actitudes.
La bondad y la comprensión resultan, siempre, mejores que la cólera, son emociones permanentes, puesto que pueden vencer a la cólera. En múltiples ocasiones es simplemente cuestión de elección. Si uno elige no enfadarse, tal decisión trae a la mente los valores positivos que son recibidos alegremente por la inteligencia. Vemos, pues, que la bondad es contagiosa, como contagiosos son el odio y la violencia. La actitud serena, ecuÔnime y benevolente, la consideración a los demÔs suele tener como resultado una correspondencia o un flujo de bondad y consideración.
Pensamos que Yama es practicar Ahimsa de manera absoluta, y Ahimsanunca puede ser absoluto. Ahimsa siempre es relativo, relativo a, por ejemplo, la veracidad. Si la persona huele mal de la boca, decirle hueles insoportable, es veracidad absoluta, pero va en contra de Ahimsa. Siempre un valor con otro nos ayudan a cierto equilibrio.
El concepto de āamar al prójimo como a uno mismoā sigue teniendo una indestructible validez. El ser humano no debe agredir gratuitamente a otro ser humano, ni a los animales, ni a la naturaleza en general. No debe agredir fĆsicamente, ni por palabras, actitudes o pensamientos. Permitir que se perpetre una agresión, pudiendo impedirla y no haciĆ©ndolo, es ser cómplice del mismo acto. Escuchar una acusación o difamación y no abogar en defensa del acusado indefenso por ausencia constituye confesión de connivencia.
No dañar intencionadamente, ni con la acción ni con la palabra ni con el pensamiento.
Este principio no se contradice con la autodefensa ni con el uso eventual de la fuerza para proteger a otros. La observancia de Ahimsa no debe incluir la pasividad. La persona no puede ser pasiva. Debe defender sus derechos y los de los demĆ”s y defender tambiĆ©n aquello en lo que cree. La no-violencia no tiene nada que ver con la debilidad o la cobardĆa. Es el actuar de alguien que tiene todas las posibilidades para resistir violentamente, pero opta por oponer el bien al mal.
Ahimsa es el arma del fuerte, no del débil. Es una protección para el poderoso, no para el pusilÔnime. EstÔ hecha para el mÔs fuerte. TendrÔs que practicarla cuidadosamente en tu vida diaria. También puede que falles ciento una veces en la prÔctica. Se necesita una lucha incansable, una prÔctica incesante y una disciplina rigurosa de la mente, el cuerpo y la palabra.
A veces no sabemos distinguir, ni en nosotros ni en los demĆ”s, donde acaba la āno violenciaā y aparece la sumisión, la cobardĆa, el conformismo o la inercia. Ser bueno no es lo mismo que ser apocado. La diferencia suele venir marcada por el orgullo que subyace a las acciones de falsa bondad y la naturalidad que rodea a las otras. La falsa bondad es interesada y condicional. La autĆ©ntica, desinteresada e incondicional.
No-violencia es una forma de enfrentar la vida, no de huir de ella, es una forma de pararnos frente a la maldad tanto interna como externa, es una actitud esencial para el conocimiento y el cambio tanto personal como social. Lo importante es tener presente que todas nuestras acciones deben tender al bienestar colectivo y nunca deben ser motivadas por sentimientos egoĆstas o por el deseo de daƱar.
Cuando sentimos el corazón duro o seco, o estamos seguros de estar ācargados de razónā e indignados con quienes no la tienen, puede ayudarnos visualizarnos como si fuĆ©semos un trozo de hielo que se funde; y con Ć©l, se funden tambiĆ©n los pretextos y las excusas para no reconocer que es con nosotros mismos con quien nos enfadamos; que es nuestra propia debilidad y nuestros propios errores los que rechazamos.
La prĆ”ctica de la no violencia implica entonces un alto grado de atención en todo lo que hacemos. Uno tiene que matar su egoĆsmo si quiere practicar esta virtud. Debe controlar sus emociones e impulsos.
Independientemente de cómo sean nuestros actos en el camino haciaAhimsĆ¢, si nuestra intención va mĆ”s allĆ” de la apariencia de bondad o de la simple represión de la violencia, acabaremos comprendiendo por quĆ© nos hemos comportado de una determinada manera y por quĆ©, a partir de un punto, ya no tiene sentido volver a comportarnos asĆ. No se trata de un compromiso sino de la consecuencia natural de un proceso. Y a partir de aquĆ, comenzaremos a afinar nuestro concepto sobre violencia y sobre bondad. Porque no sólo es violencia el herir o matar.
Sólo la gente comĆŗn piensa que Ahimsa significa no daƱar a ningĆŗn ser vivo fĆsicamente. Esa es la forma grosera de Ahimsa. El voto de Ahimsa se rompe incluso menospreciando a alguien, teniendo disgusto o prejuicios infundados hacia otro, frunciĆ©ndole el seƱo, odiĆ”ndolo, criticĆ”ndolo o difamĆ”ndolo, abrigando pensamientos de odio, mintiendo o arruinando a otro de cualquier forma.
Ahora bien, el amor, la no violencia o la bondad, con todo su desarrollo de consideración, respeto o benevolencia, no es privativa del Yoga sino que pertenece a esos valores universales que constituyen la sabidurĆa perenne, es decir, comĆŗn a los seres humanos de diferentes Ć©pocas, lugares y creencias. El resto de las actitudes de Yama y Niyama tambiĆ©n comparten este carĆ”cter universal, por lo que podemos decir que para practicar Yogano es necesario ni adscribirse ni renunciar a ninguna religión, creencia o ideologĆa. La prĆ”ctica mĆ”s bien del Yoga nos ayuda, de un modo sistemĆ”tico, a desarrollar esos valores universales, se llamen como se llamen en nuestra tradición. Y nos ayuda desde un punto de vista prĆ”ctico, haciĆ©ndonos reconocer, asumir y modificar todo aquello nos impide llevar adelante estas actitudes.
Si practicas Ahimsa, debes abandonar los insultos, los reproches, el criticismo y la agresión. Nunca debes replicar ni desear ofender a nadie aún ante la mayor provocación. No debes tener malos pensamientos hacia nadie. No debes tener ira. No debes maldecir.
Satya
Satya: (No mentir)
La raĆz de Satya, SAT, significa āserā, āaquello que existeā, de dondeSatya se traduce como ālo realā y ālo verdaderoā.
Satya es el segundo Yama; significa veraz, honesto o virtuoso. En el sentido de ser sinceros con los demƔs y con nosotros mismos, no engaƱar ni auto engaƱarnos. Conducirnos en la vida con veracidad.
Decir la verdad cuando esta es buena para los demƔs.
Verdad de pensamiento, palabra y comunicación. Formular palabras antes de decirlas. La verdad y su expresión -la veracidad- combinan sinceridad y autenticidad en la comunicación adecuada por medio de lenguaje, escritos, gestos y acciones.
Hay que decir la verdad cuando y solo cuando es buena para los demÔs. De la forma mÔs adecuada y en el momento mÔs oportuno posible se transmite a la persona apropiada la verdad que, sin herir, es buena, útil y favorable para la evolución armoniosa de la relación.
Satya combina la verdad, la sinceridad, y la claridad con el uso benevolente de la palabra y de la acción de la mente. La capacidad de ser honesto en la comunicación, de comunicar con sensibilidad, sin herir a nadie, sin mentir, con la necesaria reflexión requiere un estado de ser muy puro; porque Satya no solo es verdad de palabra, tambiĆ©n lo es de pensamiento y de obra, eliminando de raĆz toda malicia.
Es armonizar los actos que se ejecutan con las palabras que se pronuncian. No se habla sino para comunicar a otro el conocimiento que se ha adquirido mirando, oyendo, deduciendo. Decir que se ha utilizado la palabra para el bien de los demĆ”s no es posible mĆ”s que si el conocimiento comunicado no ha sido engaƱoso, confuso o estĆ©ril. Sin embargo, aun cuando no haya sido voluntariamente engaƱoso, confuso ni estĆ©ril, pero fuera perjudicial para otro por alguna razón distinta, esto no serĆa la virtud de veracidad: no serĆa sino un pecado mĆ”s. Por ello es preciso reflexionar cuidadosamente antes de proferir una palabra y no hablar mĆ”s que por amor a los otros.
AsĆ pues, āno mentirā no es solamente esforzarse por decir la verdad, sino tambiĆ©n procurar que la palabra que se pronuncie no arriesgue causar perjuicio a otro.
En Satya tienen cabida otros aspectos mƔs sutiles de la NO verdad como las injurias, la deshonestidad con los demƔs y uno mismo, el engaƱo, las falsedades en transacciones o estafas, la calumnias, los chismorreos, el ridiculizar a otros, todos ellos infringen los principios de Satya.
La persona no debe de hacer uso de la no verdad, sea en forma de mentira, sea forma de equĆvoco o distorsión en la interpretación de un hecho, sea en forma de omisión ante una de esas dos circunstancias.
Consecuentemente, escuchar rumores y dejar que sean divulgados es tan grave como hacerlos circular.
El rumor mÔs grave es aquel que fue generado con buena fe, por falta de atención a la fidelidad del hecho comentado, ya que una no verdad dicha sin malas intenciones tiene mÔs credibilidad.
Emitir comentarios sin el respaldo de la verdad, sobre hechos o personas, expresa inobservancia de la norma Ʃtica.
Decir unas palabras, aunque sean una verdad, que cause daƱo a muchas personas es algo contrario al adecuado proceder.
Hay silencios delictuosos, hay palabras infames. Se debe calcular con nobleza el resultado de las palabras habladas, pues muchas veces se hiere a otros con las palabras, en forma inconsciente.
Nosotros debemos pensar que no solamente se hiere a los demĆ”s con palabras groseras o con finas y artĆsticas ironĆas, sino tambiĆ©n con el tono de voz, con el acento inarmónico y arrĆtmico. Nunca debemos condenar a nadie con la palabra porque jamĆ”s se debe juzgar a nadie.
La maledicencia, la mentira, el chisme y la calumnia, han llenado el mundo de dolor y de amargura. AdemĆ”s, es necesario saber que la crĆtica que vertamos sobre una persona se vuelve contra nosotros mismos, por ello Jesucristo nos dice en Mt. 7, 1.: No juzguĆ©is y no serĆ©is juzgados, porque con el juicio con que juzgareis serĆ©is juzgados y con la medida con que midiereis se os medirĆ”.
Satya significa veracidad en todo sentido en la vida diaria, por lo que es muy difĆcil establecerse en esta virtud. Tus pensamientos deberĆan coincidir con tus palabras, y tus palabras deberĆas coincidir con tus acciones. En este mundo, la gente piensa una cosa, dice otra y hace una tercera. Eso es deshonestidad. Debes observar cuidadosamente tus pensamientos, palabras y actos. Lo poco que ganas diciendo una mentira no es ganancia en absoluto. Polucionas tu conciencia e infectas tu mente subconsciente.
Las trece formas de la verdad son: veracidad, igualdad, autocontrol, ausencia de imitación envidiosa, perdón, modestia, resistencia, ausencia de celos, caridad, seriedad, filantropĆa desinteresada, autodominio y una incesante y compasiva inocencia.
La observancia de Satya no debe inducir a la falta de tacto o de caridad, con el pretexto de tener que decir siempre la verdad. Hay muchas formas de expresar la verdad. Respetar la verdad, tomando en cuenta el modo y el momento para expresarla y utilizando las palabras de manera benevolente y considerada. La clave es tomar en cuenta el bienestar ajeno y no el propio.
Hace quince siglos, el galĆ©s Cadoc de Gwynllwg, hoy venerado como santo por las iglesias católica y anglicana, dijo: āAntes de hablar, considera
- Primero lo que tĆŗ dices.
- Segundo, por quƩ lo dices.
- Tercero, a quiƩn lo dices.
- Cuarto, quiƩn te lo ha dicho.
- Quinto, las consecuencias de tus palabras.
- Sexto, quƩ provecho resultarƔ de estas.
- SƩptimo, quiƩn escucharƔ lo que digas.
Luego, pon tus palabras en la punta de tu dedo hazlas girar de estas siete maneras antes de pronunciarlas; y de tus palabras no se seguirĆ” nunca daƱo algunoā
Asteya
Asteya es el tercer Yama. Significa no (a) - robar (steya).
Asteya significa no robar, no tomar lo que no nos pertenece, ni pensar en hacerlo, ausencia de codicia, capacidad de resistir el deseo de lo que no nos pertenece, honradez.
Su significado es mÔs profundo que el simple y superficial significado de no robar, abstenerse de hacerse con todo objeto innecesario forma parte de este comportamiento honesto, simple y desapegado a la vez; asà mismo incluye coger sin permiso lo que no nos pertenece o abusar del uso de objetos por mÔs tiempo por el que se nos fueron entregados o hacer uso de ellos para propósitos distinto al que se nos entregó, en general podemos incluir el abuso de confianza y el mal uso.
Asteya, la honestidad, es una actitud muy exigente que pasa por cuestionar otras cosas que les quitamos a los demÔs sin que se nos pueda acusar de ladrones. Por ejemplo, al fomentar, disculpar o apoyar los abusos económicos y las desigualdades sociales estamos apoderÔndonos de lo que no es nuestro.
Pero no se refiere sólo a no quitarle al otro lo que posee, a nivel material, intelectual o moral; sino también respetar sus derechos a la vida, la religiosidad, el estudio, la salud, la justicia; sus ideas, créditos o méritos; es no socavar las creencias del otro por medio de una burla sistemÔtica; es no robarle al otro su tiempo ni su fama.
Hay muchas maneras de robar, directas o indirectas.
Se roba no cumpliendo con los propios deberes; privando o siendo un impedimento para que cada uno tenga lo que legĆtimamente le corresponde; no retribuyendo con agradecimientos a quien nos ha hecho el bien.
El no robar se corresponde con la generosidad, el don permanente de lo que el otro necesita, es salir de nuestra visión egoĆsta y ponernos en el lugar del prójimo, cuidando los recursos del lugar y las pertenencias ajenas, cumpliendo con las normas de pago que han sido explicitadas.
El robo es el resultado de creer que nos falta algo, lo cual es contrario a la ley universal de la abundancia. Primero, hay que rechazar el deseo de apropiarse de lo que no es nuestro; mƔs adelante, hay que trabajar para cambiar la creencia interior que conduce a tal deseo.
De hecho, tenemos mucho mĆ”s de lo que tuvieron nuestros abuelos, y no se puede negar que vivimos mĆ”s cómoda y placenteramente; pero no somos ni mĆ”s ni menos felices que ellos. La felicidad dependĆa entonces y depende ahora de nuestra actitud personal, tanto en medio de comodidades como de privaciones. Por eso, a medida que nuestra visión se haga mĆ”s clara, a medida que sepamos distinguir entre euforia y felicidad, y se torne mĆ”s evidente que los mejores momentos de nuestra vida han ido ligados siempre a instantes de gran simplicidad, sentiremos menos deseo de apoderarnos de lo que otros poseen.
Cuando abandonamos la codicia o alcanzamos la capacidad de resistir al deseo de tomar lo que no nos pertenece. Cuando verdaderamente comprendemos a fondo y en forma clara y especĆfica que somos ambiciosos y que cualquier esfuerzo que hagamos para acabar con la ambición es tambiĆ©n ambición, entonces entenderemos y nos resignaremos. Hay resignaciones y resignaciones, pero este tipo de resignación nacido de la profunda comprensión trae un cambio radical a la mente porque extingue para siempre el fuego fatuo de la ambición.
Asteya nos habla de la honestidad como forma de vida. La honestidad consiste en contentarse con la justa retribución de tu labor y asegurarse de actuar de forma Ćntegra en cualquier circunstancia.
La observancia de Asteya no debe inducir al rechazo de la prosperidad cuando ella representa mejor calidad de vida, salud y cultura para el individuo y su familia. Con todo, la opulencia puede ser considerada como un robo tƔcito.
Brahmacharya
Brahmacharya: Es el cuarto Yama
La mayorĆa de las interpretaciones de Yama y Niyama se ha hecho por las escuelas del norte que son swamis, lo que da un toque monĆ”stico, esto influye o colorea la interpretación de los Yamas y los Niyamas y les da un sentido que no es realmente el mĆ”s adecuado a nuestra mentalidad occidental. La lĆnea de esta interpretación de las escuelas del norte indica que Brahmacharya en sentido restringido se refiere al plano de la sexualidad humana, por eso usualmente se lo entiende y traduce como continencia o abstinencia sexual.
Moderación sexual, conservación de la energĆa, abstinencia, celibato,castidad.
Evitar los excesos sexuales, que suponen la forma mƔs rƔpida de agotar las fuerzas vitales y desviar a la persona de su camino. No negar la sexualidad, pero no ser gobernado por ella; liberarse del apego a la sexualidad sin negar sus virtudes.
Se puede entender entonces a Brahmacharya a como la sublimación de la sexualidad, que se convierte en vigor (vĆ®rya) fĆsico y mental, en la confianza en sĆ mismo del que es capaz de manejar las tendencias mĆ”s fuertes, y en la fuerza interior necesaria para enfrentar los obstĆ”culos tanto externos como internos que se presentan en el camino de reintegración.
Brahmacharya no implica que haya que ser soltero y no tener ningĆŗn tipo de relación sexual, al contrario, el matrimonio y la paternidad lejos de ser un impedimento, es necesario para experimentar la felicidad y el amor humanos, aceptando ademĆ”s las responsabilidades sociales y morales. En este sentido MarĆ©chal distingue entre una persona soltera o casada: āPara un monje o un ermitaƱo, se trata de un voto de continencia, abstención de cualquier placer carnal tanto en la acción como en la imaginación (ā¦) En la vida de pareja, la castidad es una actitud positiva que consiste en respetar honrar y satisfacer las aspiraciones y deseos del cónyuge.
Se infringe el código de Brahmacharya cuando el placer sensorial es el Ćŗnico factor motivante o cuando se realiza de forma irreflexiva o promiscuamente. El control y conservación de la energĆa vital ayuda a proporcionar la energĆa necesaria para obtener metas mucho mĆ”s elevadas que el simple placer sensorial. La falta de control conduce a la desesperación, al abatimiento y a la depresión. Pero si la energĆa vital abunda y estĆ” controlada, tenemos esperanza y confianza, y nuestra mente tiende de manera natural hacia pensamientos mĆ”s elevados.
Brahmacharya incluye el control no sólo del sexo o el Indriya reproductivo sino también de los otros Indriyas.
Ćsta es la definición de Brahmacharya en un sentido amplio.Brahmacharya es de dos clases, fĆsico y mental. El fĆsico es el control del cuerpo y el mental es el control de los malos pensamientos.
En el Brahmacharya mental ningún pensamiento lujurioso entrarÔ jamÔs en la mente. Estricto Brahmacharya es estar libre de todos los pensamientos sexuales tanto en el estado de vigilia como en el de sueño con ensueño.
La sensualidad destruye la vida, el lustre, la fuerza, la vitalidad, la memoria, la riqueza, la fama, la santidad y la devoción al Supremo. La muerte se acelera dejando escapar la energĆa vital del cuerpo.
¿Qué encontramos en la actualidad? Hombres, mujeres, muchachas y muchachos son arrastrados en el océano de pensamientos impuros, de deseos lujuriosos y de pequeños placeres sensuales. Es altamente deplorable en verdad. Los hombres de familia que son moderados en su disfrute sexual, que estÔn libres de pasión animal, que solamente estÔn deseosos de progenie para continuar la descendencia, son también Brahmacharins.
Hoy por hoy, hay quien se refugia en la castidad para no enfrentar sus complejos o frustraciones; y hay quien se refugia en la promiscuidad para evadirse de esos mismos problemas. Por ello hay que mantener la atención en el propio desarrollo, el control de las sensaciones fĆsicas y las fluctuaciones mentales; y absteniĆ©ndose de generar situaciones de seducción o distracción de los sentidos.
Mantenernos conectados con la Entidad universal (Brahma). Esto se logra recordando que nosotros mismos, y todo lo que nos rodea, somos diferentes expresiones de la única Conciencia Universal. No solamente hay que recordarlo, sino que también debemos relacionarnos con todo y con todos de manera respetuosa y espiritual.
La observancia de Brahmacharya no debe inducir al moralismo, al puritanismo ni al distanciamiento o la falta de afecto entre las personas, ni como pretexto para huir del contacto Ćntimo con el compaƱero o compaƱera conyugal.
Hasta aquĆ hemos visto la lĆnea de interpretación de las escuelas del norte, como se indicaba al comienzo. Ya mĆ”s recientemente surgen interpretaciones mĆ”s actuales. La visión o la interpretación de los Yoga Sutra en la lĆnea de Krishnamacharya, de Desikachar y sus hermanos (sur de India) es muy diferente a las escuelas del norte. Brahmacharya es para ellos solamente una gestión de la energĆa, una gestión de la fuerza vital, de los cinco elementos, de los tattvas⦠Y no es castidadā¦
Es una gestión de la energĆa y punto final, no es en absoluto castidad, ni abstinencia.
Krishnamacharya y Desikachar tienen una interpretación mucho mÔs adaptada a nuestro tiempo.
En esta lĆnea Brahmacharya significa, en esencia, disciplina o modo de vida (carya es conducta, comportamiento) conducente a un logro espiritual superior (Brahman es un tĆ©rmino vedĆ”ntico que designa la Realidad Suprema).
Vemos pues que Brahmacharya es un Yama que admite matices que dependerÔn de las circunstancias del practicante. Pero en todo caso, nos habla de una responsabilidad, de una consciencia y una atención exquisitas en la relación con nuestros sentidos e instintos.
Brahmacharya es esencialmente un camino de autocontrol, una vida disciplinada en todos los aspectos. Si queremos desarrollar la moderación en toda cosa, nada se desperdicia. Demasiado de cualquier cosa engendra problemas; no poseer suficiente puede ser igualmente inadecuado. Moderación en todos los actos de la vida, en el hacer, decir, pensar; en función del progreso en el sendero espiritual y la realización del hombre.
Brahmacharya es pureza en pensamiento, palabra y acto.
Aparigraha
Ćparigraha: Es el quinto Yama
GRAH, la raĆz de āgrahaā significa apropiarse, apoderarse, tomar o aceptar y āpariā quiere decir āalrededor deā; asĆ pues, Aparigraha podrĆa traducirse como āno acaparamiento de las cosasā āno apoderarse de algoā o āno aceptar algo que estĆ” a nuestro alrededor (a nuestro alcance)ā. Lo que, en positivo, se traduce como sobriedad.
Ćparigraha (control de los sentidos): Se refiere a no estar al servicio de la satisfacción de los deseos que surgen a partir de los estĆmulos sensoriales. Confianza en uno mismo, no atesorar, no acaparar, no codiciar, generosidad en espĆritu y acción. Aceptar estrictamente lo que se necesita y rechazar el resto. No gastar energĆa deseando lo que otros poseen (envidia). El abandono de la avaricia o capacidad de aceptar sólo lo apropiado.
Auto responsabilidad (entender que creamos nuestra vida a cada momento), actuar para progresar y conectar con el sentimiento interno de totalidad, son requisitos indispensables para el desarrollo de aparigraha. Se refiere también a no llevar una vida de lujos en exceso o reducir nuestras necesidades. No entregarse a comodidades que son superfluas para la manutención de un nivel de vida digno y razonable.
Compartir y distribuir las riquezas personales, no ser acumulativo. Cultivar una actitud de generosidad y servicio a los demƔs.
Es la aplicación de la idea vĆ©dica de que todo lo que tenemos y somos es un don y de que esos dones recibidos deben circular hacia los demĆ”s. Acaparar serĆa entonces cortar la ācirculación de la vidaā en el mundo, serĆa crear un desorden en el cosmos.
Esta caĆda de la idea de ālo mĆoā implica la caĆda de la idea del āyoā, del egoĆsmo como centro de las decisiones vitales, para pasar a vivir teniendo en cuenta las necesidades del otro. Es por un lado generosidad y por otro confianza de que siempre obtendremos lo necesario.
Ćparigraha (ausencia de codicia), cuando estamos ejercitando la ecuanimidad, trabajando el lado derecho y el izquierdo de manera pareja, no hay apego posible, no hay posesión posible, solo trabajo y consciencia.
Ćparigraha habla de no adquirir cosas que no sean realmente necesarias, ni tampoco las que no se necesiten de forma inmediata; no hacer de los bienes materiales nuestro tesoro. En nuestra sociedad monetaria, es cierto que se necesita cierta capacidad económica para pagar con dinero la comida, la vivienda, ropa, la luz, pero hemos llevado al lĆmite nuestras necesidades de bienes materiales y nuestra necesidad de acaparar o atesorar la mayor cantidad de bienes posibles que denota la falta de fe en nosotros mismos y en el futuro.
Ćparigraha surge de reconstruir la escala de valores que marca la clara diferencia entre el espĆritu y la materia en todas sus formas, entre la esencia del hombre y lo que Ć©ste tiene y la clara conciencia de que uno no es lo que posee. No olvides que el anhelo de la sencillez es un anhelo espiritual. Pretender que las cosas materiales satisfagan las necesidades espirituales, no funciona.ā
No se han de desear cosas que no sean necesarias para el mantenimiento de la vida, pues al deseo le sigue la codicia y la avaricia que llevan al pesar, la angustia, la frustración, la envidia, el odio y a la desesperación de uno cuando no se consigue lo que se quiere.
TambiĆ©n incluye el evitar obtener beneficios sin trabajar por ello o aceptar presentes como favores, ya que ello indica pobreza de espĆritu. Incluso aferrarse a nuestros pensamientos es una forma de posesión y por tanto no hay que aferrarse a ellos como un tesoro. Las personas no deben estar apegadas a sus bienes, y menos aĆŗn, a los bienes de los demĆ”s.
Como en todos los preceptos que implican renuncia, es importante abordarAparigraha con humildad y con una visión real de nuestro verdadero nivel. Es decir, es importante no reprimirse, pretendiendo adoptar una actitud ascĆ©tica para la que tal vez aĆŗn no estamos preparados. A este respecto tenemos que tener especial cuidado, ya que muchos de los que se ādesapeganā estĆ”n apegados al deseo de desapegarse.
El mensaje de JesĆŗs de Nazareth es absolutamente radical: āNadie puede servir a dos amos; porque odiarĆ” a uno y querrĆ” al otro, o serĆ” fiel a uno y al otro no le harĆ” caso. No podĆ©is servir a Dios y al dinero.ā. EstĆ” claro que la evolución espiritual, sea cual sea el camino elegido para ella, es incompatible con un exceso de equipaje.
No acumular bienes materiales o innecesarios para llevar una vida digna. El tiempo y la energĆa gastados en adquirir y proteger nuevos bienes y en padecer por ellos no pueden ser dedicados a las cuestiones esenciales de la vida. AdemĆ”s de resultar una carga para nuestra mente, lo que tenemos de mĆ”s muchas veces otros lo tienen de menos. Esto se debe a que los bienes materiales son limitados.
Una idea asociada a Aparigraha es, por tanto, la idea de compartir generosamente lo que nos pertenece, no tanto por la idea, que ya vimos, de que lo que yo tengo de mĆ”s otros lo tienen de menos, sino para liberar nuestro espĆritu de la esclavitud que ejercen sobre nosotros nuestras posesiones.
Estamos hablando de una actitud vital de desprendimiento, un compromiso nacido de la convicción (Ćntimamente relacionada con la prĆ”ctica de Asteya) de que vivir con mĆ”s de lo necesario supone privar de ello a alguien en algĆŗn lugar.
Una forma elevada del desapego es la renuncia a la posesión de los seres queridos, tales como familiares, amigos, y principalmente cónyuges.
Los celos y la envidia son manifestaciones censurables del deseo de posesión de personas y de objetos o logros pertenecientes a otros.
Ćparigraha es el aspecto mĆ”s sutil de Yama y por tanto difĆcil de asumir y llevar a cabo.
Este principio es, de hecho, la otra faceta de Asteya (no robar, no tomar lo que no nos pertenece, ni pensar en hacerlo, ausencia de codicia, capacidad de resistir el deseo de lo que no nos pertenece, honradez.) Al irnos despojando de todo aquello que puede desaparecer nos vamos olvidando tambiƩn de nuestro temor a que desaparezca.
La observancia de Ćparigraha no debe inducir a la displicencia para con las propiedades confiadas a nuestro cuidado, ni a la falta de celo para con las personas a las que queremos bien.